En alguna medianoche olvidada hace mucho tiempo
por Lillian Nećakov
En una medianoche olvidada hace mucho tiempo, Vasko Popa se sienta, marchito, en una silla de madera, en su diminuta habitación de Skadarlija. El mundo cae sobre sus caderas, es demasiado, piensa, demasiado. Cuando tenía cinco años el mundo era plano, ahora, este mundo, un orbe aullantemente pesado apretado contra sus muslos, no más grande que un huevo. Lo hace girar de un lado a otro y allí está el Atlántico salvaje, de otro lado un viento histérico que rasga el Pacífico. Comienza a pelar las capas de este nuevo mundo, la corteza, el manto, la yema y allí, finalmente, en su centro, la sangre y la suciedad y su madre y su padre y dentro de su madre y su padre un invierno profundo. Y acunado en lo profundo de la memoria del invierno un Vasko en miniatura cavando un hoyo para la culpa y para la adoración de sus almas. Es demasiado.
En la calle de abajo hay música y humo de cigarrillo y un futuro. Se limpia y lustra los zapatos y se une a los vivos. ¡Qué luz hay en esas estrellas!, piensa.
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